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          un siglo de antigüedad documentada nos da la investigación sobre esta 
          danza criolla. Dispersión: Perú, Chile, Argentina. HISTORIA Hace cincuenta años la Resbalosa se conocía, bailaba 
          y mencionaba con frecuencia en Buenos Aires. Arturo Berutti, en su breve 
          ensayo publicado en 1882, la considera baile "neutro", es 
          decir, con formas mixtas de zamacueca y de gato; danzas éstas que, según 
          dicho autor, encabezan dos grandes familias de bailes. En el "Diccionario de chilenismos" publicado 
          en 1875 por Zorobabel Rodríguez, se trata de precisar la voz "chingana", 
          y el autor explica que "en la "chingana" los concurrentes 
          comen (...); pero también oyen cantar tonadas de arpa y vihuela y ven 
          bailar y bailan "cuecas", "resbalosas", etcétera. 
          Esto en Chile. El viajero francés André Bresson la vio en Lima en 1872, 
          ya desterrada de los salones, dice, por las exageraciones impúdicas 
          del pueblo, junto con las otras danzas nacionales. Esto es verdad. Tengo numerosos testimonios en el mismo 
          sentido. Las capitales (Lima y Santiago, especialmente), hace cerca 
          de un siglo que ven con desagrado la ejecución de las danzas criollas 
          en los salones, a causa de que el bajo pueblo, al realizarlas con harta 
          libertad, les ha dado fama de indecorosas. En los salones de las ciudades 
          menores, sin embargo, se bailan hasta hoy, pero al final, cuando los 
          contertulios tienen una copa de más. Max Radiguet — como dijimos al hablar de la zamacueca 
          — llegó al Perú en el año 1841. Allí estuvo hasta 1845 y publicó sus 
          recuerdos en 1856. En cuanto a lo que nos interesa, dice con toda claridad 
          que "la samacueca, la resbalosa, la zapatea, y otras danzas nacionales 
          llenas de carácter encuentran apenas hoy intérpretes en los salones". 
          Es decir, que ya en el año 1841 la "Resbalosa" está casi desalojada 
          de los centros sociales peruanos. Radiguet nos hace en el mismo libro una magnífica descripción 
          de la "Resbalosa" que vio bailar en el Callao. He aquí la 
          traducción: "La acción tenía por intérpretes un negro y una 
          zamba. El hombre, desnudo hasta la cintura, parecía orgulloso de un 
          torso donde se podía seguir el juego de los músculos a través de una 
          piel sombría y lisa, como esos guijarros que la mar hace rodar en la 
          ribera. La mujer llevaba un jubón con volados enteramente abigarrado 
          de rojo y naranja; había dejado caer el chai de lana azul que estorbaba 
          a su pantomima, y su camisa sin mangas estaba apenas suspendida de las 
          espaldas por el lazo mal anudado de una jareta. Llegamos al desenlace 
          de una resbalosa; tal nos pareció al menos la danza ejecutada. Un intervalo 
          tuvo lugar, durante el cual coristas y bailarines pidieron al licor 
          argentado de Pisco acrecentamiento de energías e inspiraciones nuevas. 
          A una nueva señal de la orquesta, el negro y la zamba avanzaron y, colocados 
          frente el uno al otro, tomaron los dos una actitud fieramente provocante 
          de desafío, mientras el coro entonaba la canción siguiente: Tú dices que no me quieres; Por qué no me quieres di? Yo dejo de ser querido Solo por quererte a tí! Ahora zamba y cómo no. "La mujer tenía en la mano derecha su pañuelo desplegado, 
          al cual un impulso circular imprimía un movimiento de lenta rotación 
          que parecía llamar al caballero. Éste, los codos hacia afuera y las 
          manos ceñidas a las caderas, se aproxima balanceándose con confianza; 
          la bailarina, entonces, con artimañas llenas de coquetería, comienza 
          una serie de deslizamientos y de piruetas con la intención aparente 
          de evitar la mirada de su compañero, que, por su lado, se agota en vanos 
          esfuerzos por mirarla en la cara. "Pronto, cansado de una maniobra estéril, se pone 
          a saltar para su propia satisfacción y simula "tout l'entrain" 
          [sic] de la indiferencia. La zamba va al punto de nuevo a su encuentro 
          zapateando con una belicosidad encantadora. Después retrocede, vuelve 
          de nuevo y reconquista su prestigio prodigando tesoros de gracia y de 
          flexibilidad. El negro, encadenado de nuevo a su peisecución, imitaba 
          lo mejor que podía sus caprichosas evoluciones. Ella, ora se balanceaba 
          lentamente como el ave que se cierne y oscila antes de abatirse, ora 
          se inquietaba como un pez alarmado por un ruido. Sus movimientos, a 
          veces de una regularidad perfecta, se trasformaban de repente y se tornaban 
          vivos, desiguales, incomprensibles. A medida que la acción se desarrollaba, 
          los guitarreros rascaban sus instrumentos con más furia; el choque acompasado 
          de los puños hacía estremecer los frascos sobre la mesa vacilante, y 
          los asistentes, en una sola voz común, cantaban a todo pulmón: Quisiera ser como el perro Para amar y no sentir, El perro como es paciente Todo se le va en dormir; Ahora zamba y cómo no. "La danza tomó pronto un carácter más vehemente; 
          las piruetas y los deslizamientos dejaron lugar a los gestos apasionados, 
          a las posturas lascivas, a las expresiones cada vez más ardientes e 
          impetuosas. Las miradas de los bailarines, clavadas la una en la otra, 
          se devolvían sus llamaradas, sus rodillas se entrechocaban, sus caderas 
          (reins) se estremecían como galvanizadas, enérgicas palpitaciones hacían 
          ondular su pecho. En fin, una conmoción febril recorría el cuerpo del 
          negro. Se diría que concentraba en una suprema aspiración magnética 
          todas las potencias de su voluntad. La zamba se resistía contra este 
          llamado fascinador; pero sus pasos inciertos la reconducían siempre 
          hacia aquel de quien quería huir; desgreñada, jadeante, vencida, ella 
          acaba por caer entre los brazos del negro, que la levanta triunfante 
          y la deposita medio pasmada sobre un sofá en medio de una explosión 
          de bravos". Max Radiguet ha visto y comprendido un gran espectáculo. 
          Literatura de clara filiación romántica, pero visión nítida del sentido 
          propio de la vieja pantomima, ésta de Radiguet es la más bella y minuciosa 
          impresión que sobre un baile criollo se haya escrito jamás. Más de un 
          viajero posterior se ha inspirado en ella o ha tomado párrafos textuales. En Buenos Aires era ya popularísima cuando Esteban Echeverría 
          escribió "El matadero" (1838). "Un hombre, soldado en 
          apariencia — dice nuestro poeta —, sentado en una silla, cantaba al 
          son de la guitarra la Resbalosa, tonada de inmensa popularidad entre 
          los federales..." La más antigua referencia de su culto en el Perú es, 
          como se ha visto, de un viajero que llegó en 1841; la de su existencia 
          en Buenos Aires, de 1838. Esta provisoria antelación porteña no puede 
          fundamentar la temeraria afirmación de que la danza fue del Plata a 
          los Andes. Aunque nada es imposible, debe preferirse la idea de que 
          la Resbalosa siguió la trayectoria inversa, como las demás. No existe 
          documento con el nombre de la danza publicado antes de la Revolución 
          de Mayo — que yo sepa. Las inferencias a base de actuales tradiciones 
          carecen de seriedad. En Lima, por otra parte, se encuentra hacia 1841 o poco 
          después, ya desalojada de los salones, y esto prueba su cultivo anterior. Las danzas criollas, en general, tienen muy antigua 
          vida en la Colonia, pero es curioso el silencio de sus nombres en los 
          libros del siglo XVII. Nombres de danzas, minucias que no interesaban 
          a todos aquellos exploradores y andariegos intrépidos, justamente preocupados 
          en cuestiones de mayor trascendencia. Al procurar el esclarecimiento de estos puntos, el musicólogo 
          se nutre cuando algún viajero lleva su cuidado al extremo de anotar 
          el nombre de una danza. . . FORMA Mientras prosigue la búsqueda de referencias más antiguas, 
          puedo anticipar aqui la forma coreográfica, música y texto recogidos 
          y grabados por mi. Supongo que no será necesario repetir una vez más que 
          las versiones son distintas según el lugar, y que estoy en la imposibilidad 
          de ofrecer aquí todas las variantes que he tomado y conozco. Una de 
          ellas daré: la que me impresiona como más antigua por su analogía textual 
          con referencias escritas de hace un siglo. Es original el texto de la Resbalosa, o Refalosa, como 
          se ' dice por deturpación. Únicamente en el Gauchito se ve forma análoga, 
          y de las coincidencias de texto y música de esta ' danza con la Resbalosa 
          puede inferirse que son una misma con diferente nombre. La cuarteta de la Resbalosa se duplica por repetición 
          de cada dos versos; y cada dos versos entra un breve estribillo seguido 
          de zapateo, para el cual rasguean los guitarreros cuatro compases (dipodia 
          ternaria de corcheas en cada uno, 6 por 8). Cambia luego de metro el 
          verso y corre una cuarteta duplicada por repetición, y el "aura" 
          final presenta un terceto simple, a veces cuatro versos por repetición 
          del último. Toda la danza se ejecuta sin detención hasta terminar la 
          "primera". La "segunda" repite: PRELUDIO 1. Bien "haiga" la piedra lisa que en ella 
          me resbalé. Baila la zamba y cómo no. 2. (Cuatro compases rasgueados) 3. Bien "haiga" la piedra lisa que en ella 
          me resbalé. Baila la zamba y cómo no. 4. (Cuatro compases rasgueados) 5. Dame la mano mi vida que yo me levantaré. Baila 
          la zamba y cómo no. 6. (Cuatro compases rasgueados) 7. Dame la mano mi vida que yo me levantaré. 8. (Cuatro compases rasgueados) Baila la zamba y cómo 
          no. CARAS- 9. Allá va la bala por un callejón. 10. Allá va la bala por un callejón. 11. Matando a las viejas con un varejón. 12. Matando a las viejas con un varejón. AURA- 13. A la zamba resbalosa y a la resbalosa zamba. Baila la zamba y cómo no.   He aquí los movimientos correspondientes: 1. Hombre y mujer hacen las "entradas" que 
          describiré más extensamente al tratar de "Los aires": avanzan 
          ambos de frente, cédense paso tomando cada uno su derecha y cuando llegan 
          a la línea contraria retroceden hasta el punto de partida. 2. Rasguean 
          las guitarras, el hombre zapatea y la mujer pasea en el sitio agitando 
          el pañuelo. 3. Nuevas "entradas", esta vez conservando la 
          izquierda. 4. Nuevo zapateo del hombre y paseo de la mujer. 5. Repiten 
          las "entradas" como al principio. 6. Repítense zapateo y 
          paseo. 7. "Entradas" por la izquierda. 8. Zapateo y paseo. 
          9. "Caras". Hay que suponer que la pareja actúa sobre las 
          líneas de un cuadrado y que ocupa, no las esquinas o ángulos, sino la 
          parte media de cada línea lateral. Hombre y mujer giran hacia la izquierda 
          en el sitio y parten en busca de la linea de su derecha, quedando de 
          nuevo frente a frente. 10. Repiten el giro y avanzan hacia la nueva 
          línea de su derecha. Aquí quedan hombre y mujer cada uno en el sitio 
          que el otro tenía al empezar. 11. Nuevo giro y frente. 12. Último giro 
          y frente, con lo que reocupan sus respectivos sitios iniciales. 13. "Aura". Vuelta y media con breve zapateo 
          del hombre al final. Toda la danza con pañuelo. Variaciones intrascendentes: en las "entradas", 
          cuando cada uno, tomando su derecha, alcanza la línea del frente, retrocede, 
          no sobre sus pasos sino por el lado izquierdo; en las "caras", 
          la busca de un nuevo frente se hace sin giro en el sitio. 
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