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Las Danzas Primitivas

Los Aires

Hay danzas criollas que llegan hasta nuestros días apenas conservadas por un débil recuerdo. Ya no se bailan, pero aun viven, ancianos, los hombres que en su mocedad frecuentaron ambientes en que expiraba una antigua devoción por ellas.

Los Aires o El Aire — que de ambas maneras la llaman — es una de esas danzas de gran dispersión, hoy casi olvidada. Sin embargo, durante los viajes por las provincias que periódicamente me encomiendan el Museo Argentino de Ciencias Naturales y el Instituto de Literatura Argentina, he podido rastrear sus vestigios hasta obtener la música, los textos y la forma coreográfica, precisamente de quienes la cantaron y bailaron antaño.

HISTORIA

Las referencias históricas sobre esta danza no abundan. Es posible que un siglo atrás haya corrido con otro nombre.

Lynch la vio en la provincia de Buenos Aires antes de la federalización. Da una versión musical del ritmo y acordes guitarrísticos con que se danza. Luego reproduce una milonga que tomó en Ranchos: "Los aires son unos bailes, que toditos conocemos" — dice el cantor, un poco apremiado por la improvisación.

Más explícito es Hutchinson, antiguo cónsul británico en Rosario. Nos ha dejado la descripción de un baile a que asistió en Córdoba, en 1863. En ella se refiere a la mujer que canta con guitarra y a la vivacidad de la música, y añade: "Las danzas aquí son "El Gato", el cual es ejecutado con castañeteo de los dedos imitando las castañuelas españolas, "El Escondido", "Los Aires"... etcétera. Un señor de Rosario proporciona a Hutchinson el texto que se canta en Los Aires. El inglés lo trascribe y yo quedo perplejo. No comprendo. A fin de que el lector participe también de mis incertidumbres, voy a traducir con toda fidelidad (puntuación inclusive) la descripción del cónsul. Los versos están en castellano.

Coro.

"El guitarrero canta,

Aires y más aires,

Una vueltita en el aire,

Aires, Aires, Aires,

Relación para la mujer.

"La mujer, bailando, canta,

Son dos hermosos despojos

Tus ojos,

Una mis ansias provoca

Tu boca,

Dos cristales soberanos

Tus manos.

Los tormentos inhumanos

Me sirven de atormentarme;

Basta pues para matarme

Tus ojos, pies, boca y manos.

Coro general.

"Conducido por el hombre, danzando, (Led off by the man, dancing,)

Sois tan bonita y tan fiel

Como la flor del durazno;

Tu sabes que yo te quiero,

¿Qué tienes que andar dudando?

"Cuando un intervalo de baile ha sido cumplido enteramente, la mujer otra vez canta,

La alhahaquita que me disteis,

Se le cayeron las hojas,

como quieres que te quiera

Si tu querida se enoja?

"A lo que el hombre responde:

Las banderillas del Fuerte

Se flamean cuando paso,

A vos sólita te quiero;

De las demás no hago caso".

Tal es la descripción de Hutchinson.

Esta iniciación a cargo de un coro; esta mujer que canta bailando un ovillejo deturpado, al cual, evidentemente, falta el pareado de "los pies"; esas relaciones cantadas y ese coro general que conduce el bailarín, son detalles que yo no he visto jamás ni leído en narración antigua de ninguna danza. Tan sólo de la bailarina-cantante volveremos a hallar noticias en el Cielito. ¿Comprendió bien el inglés lo que le comunicó el señor de Rosario? Yo no sé.

Ahora, lo que es claro, es la semejanza del estribillo con los que se conservan tradicionalmente; y las relaciones finales, aunque aquí aparecen cantadas. Yo he acentuado la palabra aires (aires) porque el detalle consta en un párrafo del autor citado.

Dejemos sin explicación estas circunstancias desconcertantes y vamos a otros testimonios.

Mantegazza vio los Aires en Entre Ríos a mediados del siglo pasado. En un libro que publicó en 1858 habla de las fiestas argentinas, que terminan — dice — "a la tarde con un baile, que se hace casi siempre con el rasqueteo (strimpellio) de dos o tres guitarras mal acordadas. El baile más común — agrega — es el Pericón". Y añade que también bailan "los ayres" y otros que detalla.

De Chile tengo datos concretos. Ruiz Adea, autor del libro "Tipos y costumbres chilenas", de mediados del siglo pasado, escribe esto:

"Más tarde se me antojó dejar la guitarra y pedir a otro que me tocase el "aire". Yo entonces lo bailaba que no había más que ver; así que para lucir mi habilidad en el zapateado levanté tal polvareda...", etcétera.

De lo que yo infiero que en Los Aires se zapateaba con furia, por lo menos en Chile hacia 1850.

Vicuña Mackenna nos da la siguiente descripción:

“El "aire" era bailado en el aire, como la "perdiz", i cada zapateo daba a luz una graciosa estrofa a manera de reto, i seguía el baile y el diálogo hasta el fin. El galán rompía la primera estrofa que decía:

"Yo me enamoré del aire

 Y en el aire me quedé,

 Y como el amor es aire,

 Del aire me enamoré."

"Dábanse vueltas y vueltas las parejas, como en la zamacueca, i pasando de repente la joven delante de su compañero, le decía en voz rápida i dulce, lenta o agraviada, según su situación:

Tengo una escalerita

Hecha de flores

Para subir al cielo

De mis amores.

"Y entonces seguía — prosigue — el delicioso remolino de vueltas y revueltas, entonando los cantantes al compás del harpa i la vihuela:

Airé, airé i airó,

¿quién te quiere más que yo?"

Esa es la relación de Vicuña Mackenna.

Parece claro que en Chile, como en las regiones donde yo lo he visto, sigue una relación a cada zapateo ("cada zapateo daba a luz una graciosa estrofa"), y en lo trascripto pueden leerse las dos relaciones, seguidas del estribillo a cargo de los músicos cantores.

No he podido localizar aún la presencia de Los Aires en el Perú, acaso porque allí se conoció con otro nombre. Espero, sin embargo, que esta danza se comportará como las otras, es decir, con dispersión pareja en Argentina, Chile y Perú.

En nuestro país, por lo pronto, se bailó desde la cordillera hasta la mesopotamia y desde Jujuy hasta la Pampa.

FORMA

Ya sabemos que todas las danzas presentan variaciones en la música y en la forma coreográfica tan pronto se pasa de un lugar a otro, y que las variantes son todas igualmente auténticas, es decir, que no pueden preferirse una u otra porque todas las que el investigador toma en el sitio tienen el mismo y único título que les confiere la adopción popular. Yo he tomado cuatro versiones musicales muy semejantes, casi iguales; dos versiones coreográficas concordantes y varios textos cuyo estribillo coincide aproximadamente con los que he hallado en libros antiguos. La copla puede ser cualquiera, pero hay algunas propias de la danza.

Veamos un texto y la correspondiente forma coreográfica. Se canta una cuarteta desdoblada en ocho por repetición de los versos de dos en dos, sin interrupción, y sigue el estribillo sin interludio previo. Cesa la música y el hombre dice su relación; prosiguen los cantantes con el mismo estribillo y enseguida la relación de la mujer. Vuelve el estribillo y con él termina la "primera". Así:

PRELUDIO

1. Cuando te salgas al campo

y te den los aires fríos;

cuando te salgas al campo

y te den los aires fríos,

2. no digas que son los aires

si no son suspiros míos;

no digas que son los aires

si no son suspiros míos.

3. Estribillo:

A los aires, aires, aires,

una vueltita daré;

a los aires, aires, aires,

una relación "va'oier".

 

(Relación del hombre)

 

4. A los aires, aires, aires,

otra vueltita daré;

a los aires, aires, aires,

que conteste la mujer.

 

(Relación de la mujer)

 

5. AURA:

A los aires, aires, aires

Otra vueltita daré;

A los aires y más aires

ya se acabaron también.

Como de costumbre, la "segunda" repite todo. Los movimientos de la danza pueden resumirse así:

1. A estos cuatro versos corresponde una "entrada" por la derecha. Veamos qué es esa "entrada". Hombre y mujer están colocados frente a frente. Cuando empieza el cantor, el hombre y la mujer avanzan, de frente, el uno hacia el otro, pero no chocan, porque cada uno, conservando su derecha, pasa de largo hasta llegar a la línea contraria, y en este punto, sin detenerse, inician el retroceso sobre sus pasos, hasta ocupar el sitio inicial. Como esta ida, y la vuelta retrocediendo, terminan antes que los cuatro versos, se invierte el tiempo sobrante en pasear en el sitio. (Hay bailarines que siempre zapatean durante estos excedentes; yo no he visto zapatear en los Aires, aunque las versiones históricas demuestran que hubo zapateo).

2. Mientras se cantan estos cuatro versos, los bailarines hacen exactamente la figura anterior, pero esta vez cada uno "conserva su izquierda". Debo advertir que los bailarines, desde que parten, toman la derecha o la izquierda, según el caso; esto es, no esperan a enfrentarse para darse paso.

3. Al estribillo corresponde una vuelta entera. Sigue la relación del hombre.

4. Nueva vuelta entera. Siempre el tiempo sobrante se invierte en paseos, acaso en zapateos, por lo antedicho. La mujer contesta a la relación.

5. Aura. Vuelta y media.

Danzas y Canciones Argentinas - Carlos Vega - Buenos Aires 1936

El Bailecito
El Cielito
El Cuando
El Gato El Pericón
La Mariquita
La Media Caña
La Resbalosa
La Zamacueca Los Aires

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